Según el historiador griegoHerodoto, los antiguos egipcios tenían una costumbre siniestra. En algunos banquetes, el anfitrión hacía circular entre sus invitados un pequeño ataúd con un hombre de madera dentro, diciéndoles: “mírenlo, coman, beban y diviértanse, pues cuando hayan muerto serán como éste…” Hemos de creer que este gesto inspiraba a los comensales a disfrutar aún más de sus manjares y libaciones...