Jesús: | ¿Cuántos pavos murieron para que tuviéramos nuestra deliciosa cena de Acción de Gracias, Paola? Perdón, es que no dormí bien anoche. Pensaba en la larga relación entre los humanos y estas aves que los mexicanos llaman “guajolote”, el “viejo monstruo”. Pobrecitos, tienen esa cosa carnosa que cuelga de sus picos, la carúncula, pero no son tan feos. Y son deliciosos, ¿quién puede negarlo? “Tiene la mejor carne de todas las aves; es el maestro”, opinaba ya el misionero franciscano Bernardino de Sahagún en el siglo XVI. Este cronista describe los platos con pavo que se conseguían en los mercados de Tenochtitlán, la vieja capital del imperio Mexica. La gente de esa región ya había domesticado el pavo hace cientos de años para consumo. En eso pensaba anoche; en los mercados y los pavos, en sus delicados pies que no pueden cubrir largas distancias. ¿Sabías eso, Paola? |