
Tras la muerte de David Lynch el pasado 15 de enero, el actor Kyle MacLachlan escribió un artículo en el New York Times recordando al director. MacLachlan protagonizó varias películas del cineasta, como Dune y Blue Velvet, y, por supuesto, la mítica serie de televisión Twin Peaks. Como a otros artistas, contó MacLachlan, a Lynch no le gustaba explicar sus creaciones. En parte, porque consideraba que la esencia de un film iba más allá de las palabras. Y, en parte, porque quería que cada persona, como individuo único, interpretara sus películas a su gusto.
De lo que no se cansó nunca de hablar Ly

Hace unos meses, dando un paseo cerca de casa, descubrí que una de las librerías del barrio había cerrado. Allí me quedé, pasmada delante de la puerta, leyendo una nota que les agradecía a los clientes su apoyo durante los años que estuvo abierto el negocio. Yo había sido cliente ocasional, pero no me consideré merecedora de ningún agradecimiento. ¿Cuántos libros, al fin y al cabo, había comprado yo, digamos, en el último año? Uno, creí recordar. Quizá dos. Con clientes como yo, aquella librería no podría haber salido nunca adelante.
Según un artículo publicado el pasado 11 de enero en eldiario

Hace unas semanas, en nuestro país todas las grandes cadenas de televisión emitieron programas especiales de fin de año. RTVE apostó por los populares humoristas Lalachus y David Broncano. En un momento del programa, Lalachus mostró ante la cámara lo que parecía ser una estampita religiosa del sagrado corazón de Jesús. La cabeza de la figura, sin embargo, no era la de Jesús, sino la de una vaca: la mascota del popular concurso televisivo Grand Prix.
La humorista dijo ser fan de Grand Prix, y que la estampita le traía buena suerte. Poco más. Y, sin embargo, apenas unos días después, los medios i

Qué tiempos aquellos en los que, a quienes tenían una segunda residencia en España, les preocupaba —qué sé yo— el olor a humedad. O la proliferación de maleza en el jardín. Ahora, lo que les quita el sueño a muchos no es eso. Es ir un fin de semana a la segunda residencia y descubrir que alguien está viviendo allí. Es el miedo a que los okupas se le encaren a uno violentamente. O a tener que pagar a un abogado para desalojarlos y que, muchos meses después, tras haberlo conseguido —con suerte—, se encuentre uno la casa completamente arrasada.
Las diferencias ideológicas entre la izquierda y la d

Me parece admirable la fe que tiene Joe Biden, ya expresidente de Estados Unidos, en sus conciudadanos. En su discurso de despedida desde el Despacho Oval, retransmitido el pasado 15 de enero, Biden, como un padre sensato que despide a sus hijos en la estación —aunque, obviamente, el que se va es él—, advirtió a los estadounidenses de los peligros que los acechan.
En Estados Unidos, aseguró Biden, se está formando una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia, que amenaza la democracia, los derechos y las libertades básicas. Los estadounidenses saben perfectamente —creo— quienes son los