En los tiempos de la Revolución Industrial
surgieron las primeras
máquinas a vapor.
Básicamente, el sistema
consistía en una
caldera en la que se añadía un combustible para
calentar agua,
que se evaporaba y
pasaba por una turbina para
hacerla girar. Este movimiento
se utilizaba para mover la maquinaria de la fábrica o el vehículo, que podía ser un
tren o barco.
De esa época quedó la siguiente asociación: más combustible
implica dar más potencia, lo que en los vehículos
suponía ir más rápido.
Si se daba la orden de ir “
a toda máquina”,
significaba llenar todo lo posible la caldera para que la máquina
funcionara al máximo.