Julio: | María, cuando era niño, mi padre tenía un amigo con mucho dinero. Tenía la vaca atada, porque había heredado una empresa familiar que funcionaba prácticamente sola. Entonces él viajaba por el mundo constantemente y a veces nos traía regalos. |
María: | ¡Qué bueno! Cuando eres joven, no hay nada como saber que alguien vuelve del extranjero con regalos. |
Julio: | ¡Sí! Además, este hombre sabía que a mi me encantaban los libros de historietas, y siempre me traía alguna que no se conseguía en México. No me voy a olvidar jamás: una vez apareció con una pila de historietas tituladas “Andanzas de Patoruzú”. |
María: | ¿Y eso? |