La Unesco, nueva víctima del aislacionismo de Trump
Lo hemos dicho en más de una ocasión en este mismo espacio: la estrategia que ha asumido Donald Trump, su “única” estrategia para sobrevivir políticamente, es la de contentar a las masas de ciudadanos blancos enfurecidos de los estados del centro del país. Se trata de una población bastante uniforme a la que, al parecer, poco le importa que Trump no haya cumplido ninguna de sus promesas. Eso es lo de menos. Lo fundamental es que el presidente mantenga activo su discurso beligerante a favor de la primacía de los Estados Unidos, o mejor dicho, a favor de la primacía de la población blanca. Apenas eso. “America First”. Pura retórica. Todo ello, obviamente, sólo se traduce en el progresivo aislamiento del país a nivel internacional. Aquello es música para los oídos del electorado trumpista. A la espera del informe final del fiscal Mueller sobre la complicidad del equipo de Trump con el Kremlin, el presidente intenta afianzarse en el sillón presidencial simplemente brindando gestos vacíos a su fiel electorado.
Un presidente cada vez más solo
Ya lo dijo Rex Tillerson, el secretario de estado estadounidense, en los pasillos de la Casa Blanca: “Donald Trump is a fuckin’ moron”. Y es que trabajar junto al presidente de los Estados Unidos se está convirtiendo en un dolor de cabeza para sus más allegados. Trump, en su obsesión por anular cualquier medida llevada a cabo por su predecesor Barack Obama, no hace otra cosa más que perjudicar no sólo a su propio país, sino al mundo entero. Apenas un día después de anunciar el abandono de Estados Unidos de la Unesco, Trump amenazaba con retirarse del pacto nuclear que Obama y la comunidad inte
“¿Somos o no somos independientes?”
Carles Puigdemont, el presidente de Cataluña, nunca ha escondido la admiración que profesa por el modelo independentista escocés. Quizá por ello decidió, el pasado 9 de octubre, obsequiar a sus seguidores con una ducha escocesa: primero baño caliente y luego un inmediato baño helado. Y es que lo que se vio en el parlamento catalán ese día, pasará a la historia como el modo más rápido de pasar de la euforia a la frustración.
Se suponía que Puigdemont tenía que declarar la independencia de la nueva República Catalana a las seis de la tarde. Miles de personas se congregaron a las puertas del parla
La Unión Europea para en seco a Puigdemont
Lo venían advirtiendo desde hacía mucho tiempo, de forma algo sutil. Decían que no era su intención inmiscuirse en los asuntos internos de un país miembro, pero aun así lo intentaron dejar meridianamente claro. Angela Merkel, François Hollande, Juncker, Joaquín Almunia, David Cameron… fueron muchos los líderes europeos que advirtieron, no con demasiado énfasis, hay que acotar, que una hipotética independencia de Cataluña la dejaría fuera del club de socios de la Unión Europea. Incluso se correría el riesgo de quedar fuera del euro. Mala idea. No lo recomendaban. Aunque, por lo visto, no insist
La enconada lucha por “el relato”
Finalmente, el plazo dado por Mariano Rajoy al presidente de Cataluña expiró a las 10 de la mañana del pasado 16 de octubre. Carles Puigdemont tan sólo debía responder con un “sí” o con un “no” a la pregunta que todos nos hemos estado haciendo durante la última semana: ¿Declaró usted la independencia de Cataluña?
Una vez más, Puigdemont ha dado una gran muestra de malabarismo semántico para no responder a las claras. Y es que el líder catalán se encuentra en un callejón sin salida. De responder “sí”, activaría la maquinaria interventora del Estado español. De responder “no”, pues entonces aume