El Camino de Santiago
Capítulo Tercero – El dolor de las agujetas y la soledad
Lo primero que uno descubre en la segunda mañana del Camino es que existe la posibilidad de
sentir dolor en todos y cada uno de los músculos del cuerpo. Músculos que uno no sabía que existían. “
¡Madre mía las agujetas que tengo, Juan! ¡Me duelen hasta las
uñas del pie!”, dije nada más
levantarme de la cama. “No seas tan exagerado. Te dije ayer que
debías tomarte un buen vaso de agua con azúcar antes de empezar a caminar, pero veo que
no me hiciste caso y ahora tu cuerpo te llama la atención, pero tranquilo que
no hay nada mejor que seguir caminando
para quitarte esas agujetas”.