Hace apenas una semana, yo estaba en mi apartamento, mirando perplejo una serie de enigmáticos paquetes que habían llegado a mi puerta. Mi primera reacción fue tratar de vender las cosas. Me importaba solo el dinero; esa es la verdad. No tenía aspiraciones y no me interesaba la aventura... Así que, me cuesta explicar cómo terminé en un túnel subterráneo, en medio de una jungla, en una isla, en algún lugar del océano Pacífico. Además, no olvidemos que yo estaba vestido con una túnica ridícula y siguiendo a una joven rebelde contra un culto súper secreto... ¿Fue mi codicia lo que me trajo aquí? ¿Mi ego? Probablemente un poco de ambos…“
¿Cuánto nos falta para llegar?” le pregunté a Valeria.
“¿Qué pasa,
te duelen los pies? respondió sarcásticamente.
“No, ¡
me encantan los túneles!”
contesté bromeando. “Pero sabes que
me gustaría más?
Ver una película con una pizza y cerveza.” Valeria,
se dio la vuelta y
me miró como si yo fuera un extraterrestre. Aparentemente,
no le gustó mi
sentido del humor.