Mi apartamento de estudio es minimalista, en el más austero y aburrido sentido de la palabra. El refrigerador no funciona. La única ventana ofrece vistas panorámicas de un horrendo edificio de concreto. Es más como un refugio para un fugitivo, o un animal. Es bonito, ¿verdad?

No… Es un desastre. Como mi vida.

¡El paquete combina muy bien con este ambiente! Está sucio, está maltratado y está deformado... Además, parece estar mojado. Su apariencia revela un camino largo y accidentado...

Imagina que recibes un paquete inesperado. Una caja sin direcciones; ni remitente ni destinatario. Pero sabes que es para tí porque tiene tu nombre… ¿Qué piensas? ¿Qué haces? ¿Abres el paquete? ¿Estás seguro?

¡Tiene que ser una broma! ¡No existe otra posible explicación! ¿Pero, por qué? ¿Y quién? No exagero cuando digo que nadie - repito: nadie - tiene motivo para enviarme nada. Luego, me pregunto: ¿Cómo llega un paquete a su destino sin una dirección?

Con cada minuto que pasa, el enigmático paquete es cada vez más peculiar. No sé qué imagino encontrar adentro. Quizás, algo valioso. Dinero fácil en el mejor de los casos... ¿Y en el peor de los casos…? Pues, no sé, ¿Es una bomba de un admirador desilusionado? ¿Es un virus letal? Solo una forma de averiguar…

Estoy listo.

Abro el paquete delicadamente. Pelo las capas de papel y cartón y los objetos aparecen. La primera cosa que emerge es una enorme pluma de color verde esmeralda, perfectamente preservada. ¡Jamás he visto una pluma así! Es bellísima y el color es intenso y saturado.

El otro objeto tiene la textura de una roca, pero no es una roca normal. Tiene docenas de pequeñas protuberancias; como tentáculos. Es una pieza de coral rosado. Es tan brillante y fosforescente que parece falso.

En ese momento, mi mente ya está dando vueltas. ¿Qué otros tesoros voy a encontrar dentro de este paquete exótico?