La gente en la plaza central de Anayansi se había dispersado rápidamente después del anuncio. Unos pocos estaban parados alrededor de la fuente para continuar admirando a los flamencos. Estaban muy satisfechos con el producto final de esta bizarra obra de arte. Ahora estaban reunidos los siete colores. “Arco Iris de Plumas”... Eso había dicho su enigmático líder desde un balcón.

Pero, para mí, no era el tiempo de admirar el arte. Estaba rodeado por mis guías, con sus túnicas blancas, piel y sonrisas perfectas. Uno de ellos había tomado mi brazo y lo sujetaba firmemente - no lo suficiente para causar dolor, pero suficiente para intimidar.

“Vamos al templo.” dijo en una voz suave. “Artemisa te espera.”

Yo sonreí y les seguí la corriente.

En el camino hacia el templo, me dieron un tour. Tomaron turnos para hablar con entusiasmo. Por momentos, sentí que vendían un paquete turístico.

“Tenemos diferentes distritos. Cada uno está dedicado a una disciplina artística.”