“El fin del mundo” — The end of the world
Caminé hacia la cabaña, pisando cuidadosamente la pútrida madera. Recuerdo que en ese momento pensé: “Estoy a punto de entrar a una cabaña, probablemente frecuentada por mercenarios y asesinos, ¿y voy a preguntar por “Marco Polo”? … ¿Estás demente, Horacio?”
Inhalé profundamente y entré. Estaba oscuro adentro. Había una mesa larga con tres hombres bebiendo cerveza en silencio. Sin preámbulos, pregunté: “Puedo hablar con Marco Polo… por favor?”
Dos hombres me miraron confundidos. Lentamente, me senté al lado del tercer hombre. Él era corpulento; una presencia imponente. Olía a sal y licor. Terminó su cerveza y dijo: “Solo mis amigos me llaman Marco Polo. ¿Tú eres mi amigo?”