Marta: | Te haré unas preguntas, Alberto. Dame un ejemplo de una promesa. |
Alberto: | “Te prometo que te amaré para siempre”. |
Marta: | Vale, ahora dame un ejemplo de un juramento. |
Alberto: | Mm... “Te juro que te amaré para siempre”. |
Marta: | ¡Vaya! Entonces… en estos dos casos, ya me dirás qué diferencia hay entre una promesa y un juramento. |
Alberto: | Pues ahora, no se me ocurre… ya me lo dirás tú, ¿no? |
Marta: | Tanto el juramento como la promesa son expresiones que refuerzan la declaración de un hecho o de una voluntad. Pero la diferencia más importante es que en un juramento se invocará a Dios. |
Alberto: | Como en la película Lo que le viento se llevó: “Pongo a Dios por testigo que nunca más pasaré hambre”. Entonces… ¿y una promesa? |
Marta: | Requerirá formalidad, pero no tendrá fórmula religiosa. Dices que cumplirás con algún deber o una función que te hayas propuesto y ya está. Por ejemplo, en los cargos políticos. |