¡Hola a todos y bienvenidos a un nuevo episodio de nuestro programa informativo semanal! Soy Gonzalo, estamos a miércoles 31 de octubre y esta semana comenzamos con Brasil, que el pasado domingo celebró unas importantes elecciones.

Los peores pronósticos se cumplieron: Jair Bolsonaro, el candidato homófobo, racista, misógino y pro dictadura ganó, el pasado domingo 28 de octubre, las elecciones a presidente de Brasil. Según la crónica electoral publicada en la mañana del lunes por el periódico español El País, Bolsonaro obtuvo una amplia ventaja sobre su rival: 55,13% de los votos frente al 44,87% obtenido por Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores, y sustituto de Luiz Inácio Lula da Silva.

La noticia es muy preocupante, sin duda, pero no sorprendente. Muchos nos temíamos lo peor desde que, el pasado 7 de octubre, Bolsonaro sacó más del 45% de los votos en la primera ronda electoral. En una carta que fue publicada en el periódico eldiario.es el pasado 27 de octubre, un grupo de intelectuales, artistas y políticos progresistas —entre ellos, Noam Chomsky, Chico Buarque, José Bové y Naomi Klein—, detallaron los graves riesgos relacionados con su elección a presidente de Brasil. "Corremos el riesgo de que se institucionalice el odio y se desencadene la violencia", escribieron. En su opinión, Bolsonaro y sus acólitos están "haciendo una llamada a cometer actos brutales, incluso asesinatos, contra todos aquellos que no se les parecen: activistas progresistas, periodistas, mujeres y activistas LGTB, defensores de los derechos humanos y pueblos indígenas".

Bolsonaro acaba de ser elegido presidente, pero el protagonista de nuestra próxima columna ya lleva 15 años liderando su país, Turquía, hacia un camino cada vez más autoritario.

Turquía se ha convertido "en representante de la conciencia de la humanidad" tras el asesinato de Jamal Khashoggi. Con esas palabras definió al país su presidente, Recep Tayyip Erdogan, por sus esfuerzos para hacer justicia por la muerte del periodista en el consulado saudí de Estambul.

"Jamal Khashoggi era saudí, pero además era un periodista internacionalmente reconocido y esto, por supuesto, nos confiere una responsabilidad internacional", dijo Erdogan la semana pasada durante un discurso parlamentario. Sus declaraciones me parecieron sorprendentes, teniendo en cuenta que en los últimos dos

A continuación veremos que Turquía no es el único país interesado en el caso Khashoggi. En España también la muerte del periodista ha dado mucho que hablar.

Pedro Sánchez, el presidente del gobierno de España, tiene el visto bueno de su parlamento para seguir vendiéndole armas a Arabia Saudí, a pesar del asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi.

Según una crónica publicada el pasado 23 de octubre por el periódico El Mundo, un grupo de diputados del partido valenciano Compromís había iniciado una propuesta parlamentaria con el objetivo de forzar a Sánchez a interrumpir el envío de armas a la monarquía saudí. A los diputados de Compromís se sumaron los de Podemos y los del nacionalismo catalán. Sin éxito: el número de votos en contra del P

La legítima preocupación por el trabajo es también el tema protagonista de nuestra próxima sección.

UGT propone introducir una semana laboral de cuatro días con el mismo salario para hacer frente a la automatización. Con ese título, el periódico online eldiario.es se hacía eco, el pasado 24 de octubre, de la propuesta del conocido sindicato español. "Las empresas no tendrán pérdidas por esta reducción de jornadas, porque las nuevas tecnologías permitirán el aumento de la productividad y competitividad", dijo a eldiario.es el secretario de Política Sindical de UGT, Gonzalo Pino.

Según el sindicato, la automatización de procesos que permite la inteligencia artificial destruirá más puestos de tr

Y del presente nos vamos al pasado, a la trágica travesía de un barco que salió de Cádiz hace más de 200 años y tuvo que esperar al siglo XXI para ser encontrado.

Después de 250 años, el galeón español Oriflama vuelve a ser noticia. Hundido en 1770 en el Océano Pacífico, está ahora en el centro de una disputa entre el gobierno de Chile y la empresa que encontró sus restos en las costas de este país.

Según una crónica publicada el 21 de octubre por el periódico El País, el centro del conflicto es la propiedad de los preciosos objetos de cristal que el barco transportaba desde Cádiz hasta el puerto del Callao, en el Virreinato del Perú. El gobierno de Chile se niega a ceder la propiedad de esos bienes históricos y la empresa argumenta que un juzgado local