Saludos una vez más, queridos oyentes. Bienvenidos a nuestro programa informativo semanal. Hoy es miércoles 1 de marzo. Mi nombre es Renzo y hoy comenzaremos hablando acerca del principal partido opositor a Donald Trump. El Partido Demócrata, tras sufrir la que ha sido, con toda probabilidad, la derrota más humillante e inesperada en toda su historia, ya no puede continuar lamiéndose las heridas y seguir preguntándose qué demonios ha ocurrido. Veamos la manera en la que el partido ha intentado recomponerse…

Todos en el partido demócrata lo saben: Ha llegado ya la hora de levantar cabeza, seguir adelante y llamar a la unidad para así iniciar la larga travesía por el desierto hasta las próximas presidenciales en cuatro años. Para ello, la formación política ha escogido el pasado 24 de febrero al hispano Tom Pérez como nuevo líder con el objetivo de plantarle cara a Donald Trump desde la oposición.

Y ahora cambiemos un poco el tema, a pesar de que no nos moveremos geográficamente. ¿Qué está sucediendo con los Estados Unidos? ¿Será que la improvisación y la mediocridad encarnadas en su nuevo presidente se han extendido a todos los ámbitos? ¿Estamos presenciando acaso la decadencia de la gran potencia mundial? Lo ocurrido el pasado domingo en la gala de los Oscar es algo inaudito y más acorde con un espectáculo de baja calaña como el Miss Universo o alguna celebración provinciana.

El pobre Warren Beatty ya no sabía dónde esconderse. Su rostro embargado por la vergüenza pasará a la historia de los Oscar como el momento más bochornoso de su larga trayectoria. Cuando ya todo el elenco de “La La Land” se encontraba en el escenario para celebrar la obtención de la estatuilla a la mejor película del año, Warren Beatty se vio obligado a notificar ante la audiencia estupefacta, ante las decenas de cámaras, ante el planeta entero, que había habido una gravísima equivocación: en realidad el premio, el más importante de todos, correspondía a la película “Moonlight”. ¡Ups! “Trágame

…y ahora analicemos algunas de las heridas y secuelas que el nuevo presidente norteamericano está ocasionando en Latinoamérica, principalmente en México…

Sólo era cuestión de tiempo para que ocurriera. Apenas un mes después de que Donald Trump asumiera la presidencia, se ha desatado el estado de temor, rayando en el pánico, entre la comunidad hispana. Ni siquiera aquellos que, en principio, no deberían temer las nuevas medidas o están en proceso de regularizar sus papeles, se sienten a salvo. Más de 11 millones de hispanos en situación irregular, la mitad de los cuales son ciudadanos mexicanos, temen ser expulsados en las próximas semanas y meses.

Donald Trump ha autorizado, el pasado 21 de febrero, las nuevas directrices que amplían el marg

Cambiemos un poco el tema. No sé yo lo que tiene el poder en especial para transformar tanto a las personas --al igual que ocurría con el anillo de Frodo-- al punto que les resulta sumamente difícil desprenderse de él. El mayor poder que he tenido en mi vida es el de lograr que mi perro haga lo que le ordeno, así que no puedo hablar por experiencia propia. Supongo que si alguna vez escalara a las alturas del Gobierno, entendería frases tan famosas como aquella que reza que “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. O aquella tan célebre de Henry Kissinger que sostenía que “el poder es el mejor afrodisíaco”. Veamos qué tiene que ver todo esto con lo que está ocurriendo ahora mismo en Ecuador…

La adicción al poder parece haber afectado también a Rafael Correa, el hasta ahora presidente en funciones de Ecuador. Bien es cierto que, a diferencia de otros personajes de la izquierda populista latinoamericana como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Evo Morales, Correa no ha intentado perpetuarse eternamente en el poder. Después de una larga década dirigiendo el país, finalmente este año ha decidido retirarse de la presidencia. Aquello hay que reconocerlo y aplaudirlo. Pero claro, no todo es tan bonito. Correa se retira, pero quiere dejar a cargo del país a su pupilo, el ex vicep

…y para finalizar, continuemos nuestro viaje hasta el sur del continente americano. Prácticamente no hay en estos momentos ningún país en el globo que, por activo o por pasivo, no esté sopesando tomar medidas preventivas ante la imprevisibilidad y toxicidad del nuevo presidente norteamericano. Tomando en cuenta que el proteccionismo económico fue una de las principales promesas sobre las que se basó la campaña presidencial de Donald Trump, y tras observar que el líder populista parece cumplir todo aquello que promete, no nos debe extrañar que muchos países, entre ellos Argentina, estén tomando en estos momentos las debidas previsiones para conjurar la amenaza.

En efecto: Argentina es uno de esos países previsores. Su presidente, Mauricio Macri, no se ha dormido en los laureles tras ocupar el cargo en diciembre del 2015. Sus pasos iniciales estuvieron encaminados precisamente a reactivar la maltrecha economía argentina tras muchos años de kirchnerismo. Con tal fin, lo primero que hizo fue reforzar los acuerdos comerciales de Mercosur, cuyo núcleo fuerte lo conforman en estos momentos Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Fue el propio Macri quien propuso la expulsión de Venezuela del Mercosur a causa de las reiteradas violaciones de los derechos hum