Una aventura psicodélica en el desierto mexicano
4. Comienza el gran espectáculo
Tras ingerir aquellos seis cactus de peyote, y con el
estómago ya bastante lleno, Santos y yo iniciamos el retorno a las
alturas del pueblo galopando sobre nuestros caballos a través del vasto desierto. Una media hora más tarde, comienzo a experimentar los primeros efectos de la mescalina, el
compuesto psicoactivo y alucinógeno presente en el peyote: una ligera sensación de
atontamiento, así como la intensificación de mis capacidades auditivas y visuales. Sonidos que me llegan desde la distancia, los percibo a pocos centímetros de mis
oídos. Los colores ganan poco a poco mayor intensidad, y la