7 November 2018
Se le notaba nervioso. Muy nervioso. En su rostro se podía identificar el temor a la derrota. Y si hay algo que detesta Donald Trump en esta vida es perder. Por eso lo repitió varias veces durante las últimas semanas: si el partido republicano perdía las mayorías en el Congreso y en el Senado en las elecciones del 6 de noviembre, no sería por su culpa. Las culpas siempre las tienen los demás, aunque sean los compañeros de partido. Él, en cambio, es infalible.