Un premio Nobel de la Paz contra la amenaza nuclear
11 October 2017
El planeta cuenta en estos momentos con casi 15.000 bombas atómicas. Si a alguien esta cifra le parece excesiva, piense que en 1985, en los últimos coletazos de la Guerra Fría, el número sobrepasaba las 70.000 cabezas nucleares. Hoy en día, después de una considerable reducción por ambas partes tras el desmoronamiento del bloque soviético, Rusia cuenta con 7.000 bombas, mientras que Estados Unidos posee 6.800. Las aproximadamente 1.000 ojivas restantes se reparten entre las otras siete naciones que también cuentan con la mortífera arma: China, Reino Unido, Francia, Israel, Pakistán, India y Corea del Norte. Sin lugar a dudas, seguimos viviendo sobre un polvorín. Y supongo que alguien se preguntará, al igual que yo: ¿qué sentido tienen tantas miles de bombas atómicas, si con cincuenta o cien que estallasen ya podríamos acabar con toda la civilización en el planeta? Según un estudio recientemente publicado, una única ojiva lanzada por Corea del Norte sobre Tokio podría acabar en un santiamén con dos millones de almas. ¿Le servirá de mucho a Rusia tener 200 bombas más que Estados Unidos en caso de que se inicie una guerra nuclear? ¿Llegaría a tener tiempo de utilizarlas?